- “Y VENDIMOS LA LLUVIA” (CARMEN NARANJO):
Una deuda
externa inmensa, falta de trabajo, delincuencia, tráfico de drogas, corrupción
gubernamental, pobreza y hambre; estas y más calamidades ilustran el panorama
latinoamericano. Y sin embargo, generalmente, los gobernantes llevan una vida
de abundancia, despilfarro, con los más grandes lujos y las últimas modas. Es
responsabilidad de quienes tienen el poder en sus manos velar por el bienestar
de la población, y sin embargo, esto es lo último que les preocupa. Una vez
más, vemos como el egoísmo es la peor condena del hombre.
Si no, tratando
de sacar adelante a estos pobres países, se enajena hasta la conciencia, sin
que realmente se obtengan resultados siquiera mediocres para cubrir las
necesidades más básicas de la mayoría de la población. Esto es ya que, como si
fuera poco, los países ricos se aprovechan de lo poco que tienen los países
pobres. Les roban sus recursos naturales, obtienen ganancias del trabajo de sus
individuos, sacan ventaja de su necesidad y los endeudan, al mismo tiempo que
pasan a controlar la nación, a tomar decisiones por ella, a manejarla como les
plazca. Esta es la historia de todos los países latinoamericanos, en el que El
Salvador brilla, porque Estados Unidos y otras potencias se han adueñado de
ellos, a cambio de, realmente, nada.
Por otro
lado, es importante mencionar que las migraciones fuera de los países pobres
han alcanzado niveles alarmantes. Desesperados, los individuos buscan la
posibilidad real de superación que les ofrecen las grandes potencias, dejando atrás
a su familia, su pueblo, su tranquilidad. Paralelamente, el país que recibe al
migrante lo ve como una amenaza, pues le vuelve vulnerable a correr el peligro
de verse en problemas económicos por el exceso de migrantes, y la falta de
recursos para darles una cobertura aunque sea mínima a las necesidades más
elementales de esa nueva población.
Es triste
aceptar, que tal como lo afirma Carmen Naranjo en su cuento: “El mar de pobreza creciente que se vio en
ciudades y aldeas, en carreteras y sendas, contrastaba con más Mercedes Benz,
Beemedobleu, Civic y el abecedario de las marcas en sus despampanantes últimos
modelos.”
- “PASILLO SIETE” (BOLÍVAR RICARDO APARICIO GALLARDO):
Bolívar
Ricardo Aparicio transmite una importante advertencia. Si la humanidad continúa
en su frenética carrera científica sin considerar las posibles graves
consecuencias negativas de sus experimentos y de la forma como quieren crear
vida artificial, construir armas nucleares, extraer hasta el último recurso
natural, contaminar el medio ambiente con terribles tóxicos, obtener energía en
centrales atómicas que no son seguras para nadie; inevitablemente, llegará el
momento en que la vida en la Tierra llegará a su fin. Así lo predice el autor
del cuento: “Afuera de la cueva una
lluvia radioactiva maceraba todo rastro de humanidad. No existía el día, ni la
noche. La tierra exhalaba un vaho de muerte y silicio.”
En su
intenso afán por enriquecerse, los ricos y poderosos no toman en cuenta la
posibilidad de que al momento de un terremoto o de un accidente, dentro de las
plantas nucleares, la mayoría de las personas se verían afectadas y hasta
podría resultar en el mundo un triste escenario como el retratado en esta historia.
Tampoco quieren admitir que los recursos naturales como el agua, el petróleo y
los minerales no son eternos y se agotarán tarde o temprano, no nos pertenecen
a nosotros sino al Dios que nos ha creado, y que es completamente ridículo y no
vale la pena armar guerras, matar personas ni devastar pueblos enteros sólo
para obtener ganancias de ellos. El deseo de poseer más y más ha cegado al ser
humano, le ha vuelto incapaz de ver más allá del dinero, le ha convertido en
bestia.
- “QUISIERA SER UN PESCADITO” (MIRNA RAQUEL YESCAS):
En una
palabra, la realidad de muchas personas es triste. La mayor parte de nosotros
no nos damos cuenta de la inmensa gravedad de la situación, ni consideramos
posible que haya personas que, literalmente, no tengan ni una migaja que
llevarse a la boca. Así es la otra cara del mundo en el que vivimos, más allá
de los restaurantes, los centros comerciales, los grandes edificios de oficinas
y las exclusivas zonas residenciales, hay un mundo verdaderamente cruel, tal y
como la autora lo describe: “Entre la
jungla del basurero, envueltos con el ahogante calor de la tarde y el frío
quebrantador de la noche, respirando el aire fétido que exhalan los volcanes de
basura y el hambre que los atrapa y no cede, viven hombres y mujeres.”
La dura
realidad de la existencia día a día de los niños y niñas en los países
tercermundistas es tan cruel, que a veces sólo la muerte puede liberarlos del
inmenso sufrimiento que representa para ellos su vida. En la mayor parte de los
países pobres, existen muchos niños que viven sin un adulto que los proteja y
les procure siquiera una alimentación regular. Ellos velan por sí mismos, y no
es difícil imaginar qué les espera el resto de sus vidas. Son pequeños que no
han tenido otra opción, más que crecer sin amor, educación, valores, sin
verdaderas oportunidades de superación y, como si fuera poco, sin un techo,
vestido, juguetes ni alimentos.
Tristemente,
vivimos en un mundo sumamente desigual, en el que, mientras los ricos se
deshacen de lo que ya no quieren porque no les sirve o les sobra, otros
escarban en la basura para ver qué encuentran, lo que sea estará bien, pues no
tienen nada.
Los niños
y niñas son el futuro de los países, y en las naciones pobres, no hay futuro si
los más pequeños se mueren de hambre.
- “SUEÑO LÚCIDO” (MARÍA ROSA CORDÓN PEDREGOSA):
La autora enseña,
a través de su cuento, que a veces hace
falta tener contacto con la triste realidad de las personas que sufren para
poder percatarnos de que esa situación existe, para que ello pase a ser parte
de nuestra conciencia, y para que nazca en nosotros el deseo de contribuir para
hacer una diferencia. Si sólo nos cuentan que muchas personas allá afuera
sufren de abandono, hambre, necesidad de cariño y falta de cobertura de las
necesidades humanas más básicas, nos es
indiferente y no lo tomamos en cuenta para las decisiones que tomamos, la forma
como pensamos, la manera en que nos comportamos, y en general, el punto de
vista desde el cual concebimos el mundo.
Lo crítico
es, generalmente, cuando nos damos cuenta de lo egoístas y despiadados que
hemos sido todo este tiempo. Nos sentimos mal, arrepentidos, avergonzados,
decepcionados de nosotros mismos; nos damos cuenta de que en nuestras manos tuvimos
la oportunidad de hacer bien a alguien que sólo tenía mal en su vida, y
preferimos dar la espalda. Así lo describe la autora en el cuento: “Sentí hambre, desconsuelo, pero sobre todo,
impotencia. Durante ese instante vislumbré lo que ocurría y comprendí cómo mi
elección del día anterior había contribuido a generar aquella realidad. Fue un
fogonazo que me quemó por dentro.”
No
obstante, nunca es demasiado tarde para entrar en razón de que estamos actuando
mal, de que debemos corregir nuestra forma de actuar, de que si seguimos
pensando como lo hacemos, terminaremos por dañarnos a nosotros mismos. El
egoísmo es un sentimiento terrible, que destruye poco a poco el interior de los
seres humanos. Al contrario, la generosidad es un sentimiento maravilloso, y no
hay satisfacción más grande que la que siente aquel que ha extendido su mano
para ayudar a su prójimo al levantarse. De nosotros depende.
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